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Decepción Celeste en Qatar: los pecados de Uruguay

Decepción Celeste en Qatar: los pecados de Uruguay

La cabeza agacha, los ojos hinchados, la tristeza en la mirada. Uruguay acaba de quedarse afuera de la Copa Mundial y la zona mixta se convierte en una serpiente interminable, en un laberinto insoportable de micrófonos y cámaras, más micrófonos y más cámaras. Los jugadores de Uruguay frenan, responden y siguen con una procesión que va por dentro. Los más experimentados hablan largo y tendido: Luis Suárez expone su bronca contra el arbitraje y Diego Godín reflexiona sobre los días que pasaron y los días que ya no vendrán. La Celeste se despide con la tranquilidad de haber dado batalla hasta el final pero con la tristeza de lo que pudo haber sido y de lo que finalmente fue.

El gol de Hwang Hee-Chan fue la estocada de una eliminación que se había empezado a gestar en los partidos anteriores. El conjunto de Diego Alonso desplegó su mejor versión en Catar 2022 sobre el césped de Al Janoub, en el momento preciso, en el escenario indicado. Después de dos actuaciones para el olvido, los charrúas recuperaron su intensidad y desempolvaron los argumentos futbolísticos sobre los cuales habían edificado su clasificación en las Eliminatorias. Pero, aunque no lo supieron hasta los 86 minutos de su trámite ante los africanos, no fue suficiente.

La épica corrida de Heung Min Son y la definición de Hee-Chan, un gol made in Premier League, hundieron al banco de suplentes uruguayo. Mientras Suárez lloraba desconsolado, Diego Alonso intentaba acomodar las piezas, los centrales a la carga como delanteros, en busca de la hazaña: Uruguay necesitaba un gol. El partido termina en Education City y los coreanos se unen en un solo abrazo mientras siguen el juego de la Celeste en un celular. Tensión y drama en la Copa Mundial. La moneda al aire finalmente cae en favor de los coreanos: Uruguay está afuera de Catar.

El desenlace parece injusto. La Celeste quedó eliminada en una noche en la que no mereció quedar eliminada pero la primera fase no es una historia de noventa minutos. La construcción de la clasificación a los octavos de final es la conclusión de los 270 minutos y el balance le dio déficit a un equipo que no estuvo a la altura de sus nombres propios, de su jerarquía ni de su historia. Estos fueron los pecados capitales de una Uruguay que vuelve a su país cabizbaja, con los ojos hinchados, con la tristeza en la mirada tras no haber podido alcanzar ni siquiera una porción del potencial que proyectaba el talento de su plantel.

Falta de ambición
El vestuario habló tras la derrota ante Portugal. Tras el deslucido empate ante la República de Corea y apenas un punto en dos juegos, tanto Edinson Cavani como José María Giménez prendieron los fuegos artificiales ante los medios: "Pasó lo mismo que en el primer partido, no salimos a ganar. Tenemos que confiar más en nosotros mismos. Tenemos un equipo para confiar en nosotros, lo demostramos en el segundo tiempo. Ese es el equipo que queremos ver en Uruguay”, bramó el zaguero central.

Alonso, ya eliminado del certamen y tras corregir para afrontar su final ante Ghana, explicó: "He tenido autocrítica en los partidos anteriores cuando dije que nos había faltado juego y más posibilidades de conexión. El partido pasado el equipo lo hizo bien en el segundo tiempo, y el día de hoy el equipo fue lo que había sido en la Eliminatoria, jugando para adelante, valiente, sin temor a perder la pelota. Los centrales sin miedo, el arquero sin miedo, lo pudimos hacer, quizá me hubiera gustado que hubiera aparecido antes esta situación, pero se dio como se dio y no tengo nada para reprocharle a los jugadores, hicieron grandes esfuerzos y dieron todo”.

Alonso: "Lo intentamos hasta el final"
Diego Alonso, el director técnico de La Celeste, destacó la incansable búsqueda de su selección por lograr el objetivo de avanzar a octavos de final, a pesar de no haberlo concretado. Fue la primera vez, desde Corea-Japón 2002, que Uruguay quedó afuera en en la fase de grupos.
Luis Enrique, el entrenador español que ahora da cátedras por stream, sintetizó una de las mayores tendencias mundialistas: "El problema es que la necesidad del entrenador obliga tanto que todo dios juega a defender, se ve en el Mundial, aquí solo atacan cuando ya está perdido".

Uruguay insistió en los dos primeros partidos con una propuesta directa, sin demasiada elaboración y más conservadora, tirando más de físico que de juego. Alonso probó con tres dispositivos tácticos: primero fue un 4-3-3, después un 3-5-2 para protegerse de una Portugal plagada de talento y finalmente un 4-4-2 más cercano desde lo estructural a lo que había plasmado durante las Eliminatorias Sudamericanas. Con tres modificaciones entre cada partido, la ausencia de un nombre importante durante las dos primeras jornadas llamó particularmente la atención porque a la Celeste, que siempre tiene a la garra charrúa como bandera, le faltaba fútbol.

La ausencia de Giorgian de Arrascaeta
Mientras toda Uruguay pedía su inclusión, el mejor jugador de América no tuvo minutos en el debut y apenas acumuló media hora frente a Portugal. “Yo estoy bien, al 100%. Eso se lo tienen que preguntar al entrenador Diego Alonso (risas). Sí estoy bien. Fue una elección del entrenador y hay que respetarla”, había respondido en zona mixta tras el cruce ante los orientales.

Con sus intervenciones modificó el trámite ante los lusos aunque ya era tarde. Ante Ghana fue titular y marcó por duplicado pero sus dos anotaciones, un cabezazo sobre la línea y una volea exquisita que seguramente estará dentro del top 10 del torneo, no alcanzan a resumir el impacto que tuvo sobre una Celeste que adquirió otra fluidez y creatividad en el último tercio de la cancha.

Partiendo desde la izquierda hacia el centro, Giorgian fue el cerebro de un equipo que había acusado una falta absoluta de ideas para destrabar dos cerrojos como los que le plantearon Paulo Bento y Fernando Santos. Contra las cuerdas, Alonso se despreocupó del equilibrio en exceso y le dio libertades a un crack que brilló con la 10 en la espalda. Como sucediera con Suárez, el 10 del Flamengo campeón de la Copa Libertadores fue testigo de la eliminación desde el frustrante banco de suplentes.

La posición de Federico Valverde
“No sé qué faltó. Quizá haber ido más a por la victoria, no sé... intentarlo mucho más en los anteriores partidos. No podíamos depender siempre de otro país. Teníamos que hacer nuestro trabajo, estuvimos a un gol y nada. Tristeza”. El mediocampista del Real Madrid, uno de los mejores del mundo, es uno de los más golpeados en la última zona mixta de Uruguay en Catar 2022. El futuro es ilusionante, para él y para la nueva camada de mediocampistas de su país, pero el presente es el que duele.

El Halcón, un todoterreno que hace rato dejó de ser Pajarito para convertirse en uno de los mejores volantes del mundo gracias a su capacidad como box to box, fue uno de los principales sacrificados en pos de un hipotético funcionamiento colectivo que quedó en deuda. Uruguay no estaba construida para potenciar las virtudes de un Valverde de despliegues incansables que pisa constantemente el área rival. Con una posición, un rol y una función muy diferentes a las que Carlo Ancelotti le asigna en el Real Madrid, Valverde estuvo relegado a un papel secundario como custodio y equilibrista.


fuente: FIFA